“La compasión, que se define como ‘amor incondicional’, es esencial para la vida de un caballero Jedi.” —La guerra de las galaxias. Episodio 1 - La amenaza fantasma
Hoy sucedieron muchas cosas…. Mi corazón
late de contento, como dice la canción y he disfrutado tanto del día que ni
siquiera puedo conciliar el sueño.
Los nervios los tengo de punta
por que el sábado es la conferencia con la facultad de Arquitectura donde
trabaja José, hoy que vi que en la página de la universidad publicaron el flyer
de la conferencia, sentí un nudo en el estómago y entonces caí en cuenta de que
era algo realmente serio. Un tema que le
sugerí a José para ayudarlo con sus alumnos se convirtió en algo que pudiera
ser la punta de lanza en toda esta aventura que inicié hace 26 días.
De ahí sonó el teléfono y eran
los del banco, para tratar de solucionar mi problema con mi tarjeta de crédito
que desde que empezaron los problemas económicos no se ha podido poner al
día. Es curioso por que le decía a José
que siempre que hablan me enojo y contesto ofendida, por que si quiero pagar
pero la realidad es que no puedo, y la persona que está del otro lado reacciona
igual o peor que yo, pero hoy, justo hoy, algo fue diferente, y la persona que
se encontraba del otro lado tuvo una postura muy distinta, tal vez porque la
mía fue también muy diferente. Nunca me
había puesto a analizar todos los sentimientos que esas llamadas me
ocasionaban, también por que para mi era de alguna manera humillante tener que
decirles que no puedo pagar y que las cosas no van bien, y por primera vez
escuché lo que la otra persona tenía que decirme, y en muchas cosas de las que
me dijo, definitivamente tenía razón.
Primero le expliqué que mi esposo
no tenía trabajo desde hace meses, y que mi empresa estaba pasando por una
crisis y que definitivamente me era imposible considerar mi deuda como una
prioridad, porque tenía otros pagos que si no los hacía me implicaban una
consecuencia inmediata como que me cortaran la luz, o la renta de mi negocio, etc,
etc, y entonces me decía que ella lo entendía pero que excluir de mis
prioridades esta deuda no era una buena idea, sino que yo tenía que encontrar
dentro de todas mis opciones alguna solución que la incluyera, por que eso
significaba que era consciente de mi responsabilidad, sus palabras retumbaron
en mi cabeza
y platicando con José como nunca lo habíamos hecho, le dije que efectivamente que ambos éramos muy dados a eludir las cosas que eran muy importantes, y que nos tirábamos la bolita a la hora de tomar una decisión, algo que he descubierto en estos días es que manejar nuestra economía no es algo que hacemos muy bien, o mas bien, no es algo que yo hago muy bien, por que José es muy bueno para ello, pero a pesar de llevar 10 años de casados no hemos hecho un plan en lo que se refiere a lo económico y es una realidad que debimos hacerlo.
y platicando con José como nunca lo habíamos hecho, le dije que efectivamente que ambos éramos muy dados a eludir las cosas que eran muy importantes, y que nos tirábamos la bolita a la hora de tomar una decisión, algo que he descubierto en estos días es que manejar nuestra economía no es algo que hacemos muy bien, o mas bien, no es algo que yo hago muy bien, por que José es muy bueno para ello, pero a pesar de llevar 10 años de casados no hemos hecho un plan en lo que se refiere a lo económico y es una realidad que debimos hacerlo.
Es difícil planear la economía
cuando tu vida emocional es tremendo caos, presiento que ambas van de la mano,
y eso es muy probablemente lo que nos ha sucedido.
En fin que la chica del banco me
da una opción en donde me quitan todos los intereses, y pagando menos de la
mitad podíamos saldar nuestra deuda, era realmente una gran oportunidad, pero
estamos tan mal que ni siquiera eso podemos hacer, y sentí tanta impotencia,
pero mi reacción no fue enojo, era que no buscaba como explicarle nuestra
situación, y por primera vez hablé sincera y honestamente de lo que nos estaba
pasando, le dije que además de todo lo que vivíamos yo tenía una enfermedad y
que eso implicaba un tratamiento que si no lo hacía probablemente tendría repercusiones
muy serias y que no contaba con seguridad social, que tenía pagos inmediatos, y
que ya a casi un año de esta situación que no mejoraba, estábamos hasta
pensando en la posibilidad de irnos de la ciudad, le dije: “no te imaginas como
está la situación aquí en Campeche”… la reacción de Elizabeth, que así se llama
esta persona, fue decirme: “Entonces le puedo ofrecer un plan para personas que
están pasando por situaciones como la de usted, que están desempleados, con una
enfermedad, pero que tienen la intención, lo que nos interesa es ver que están
interesados”, y me ofreció un plan que definitivamente me acomoda, y que así si
lo podremos pagar. Cuando nos despedimos
lo que más me ha dejado conmovida fueron sus últimas palabras: “Que todo esté
bien doña mariluz, no se de por vencida, siga echándole ganas y ya verá que
todo se solucionará, cuídese mucho”.
Cuando colgué el teléfono me puse a llorar, no pude evitarlo, Rafa que
estaba conmigo se acercó muy preocupado y me preguntó: “mamá qué te pasa, por
qué lloras?” Y le conteste que lloraba de alegría porque estaba segura que
todas las cosas se iban a arreglar.
Nunca había experimentado este
sentimiento de forma tan impactante como lo sentí hoy, no buscaba un nombre
para poder hablarlo, escribirlo y contarlo, y justo hace unos minutos, sentí
que era algo llamado “Compasión”, algo que yo he sentido muchas veces por otras
personas, pero que jamás había experimentado que alguien lo sintiera por mí. Y es que casi siempre nos avergonzamos de
hablar de lo mal que pudiera estar nuestra situación, y la gente que lo hace
muchas veces no es compasión lo que intenta despertar sino lástima y victimismo,
que es más común de lo que imaginamos.
Y es que la compasión no es
sentir lástima, es entender el dolor del otro, o al menos intentarlo, y
acercarse, acercarse con toda tu humanidad dispuesto a comprender.
Si ustedes hubiesen visto los
ojos de la niña con la que trabajé hoy, entenderían a que me refiero, llegó por
primera vez al consultorio y no deseaba bajar del coche, su mamá subió y me dijo que estaba en el auto pero que se
negaba a entrar, entonces bajé y me fui a hablar con ella, y ahí estaba
sentadita con sus ojos llenos de lágrimas, y yo parada bajo el sol, pensando
que no debía estar ahí porque podría hacerme mal, pero me preocupaba mas tratar
de encontrar las palabras correctas, las que justamente le hicieran sentir que
era honesta y que realmente me interesaba por ella, y le dije: “tus papás
vinieron a hablar conmigo porque están preocupados por ti, y me contaron muchas
cosas, ellos también tienen problemas y aceptaron venir a terapia, no se sienten
bien, entiendo que nadie se siente bien en casa y ya es tiempo de que eso se
acabe y tu lograste que llegaran todos aquí, ellos ya vinieron, ahora te toca a
ti hacer tu parte, y verás que todos se sentirán mucho mejor”, sus ojitos no
podré olvidarlos, como no olvido los ojitos de todos esos peques cuando llegan
por primera vez, sin esperanza, con total desilusión, y me miró y me dijo: “si,
si quiero bajar, quiero ir contigo, pero no traje mis zapatos”…. Corrí inmediatamente
a buscar a su mamá y la señora se quitó sus zapatos para que yo se los diera y
entró conmigo al instituto y juntas subimos al consultorio.
Cuando terminó la sesión le
pregunté si podía darle un abrazo y se me abalanzó al cuello y me abrazó muy
fuerte, y le dije que todo estaría muy bien, y pensé que tal vez eso que ella
había sentido, fue justo lo que yo sentí y que aquello que Elizabeth la chica
del banco hizo cuando se despidió de mi, y me habló explicándome mi situación
para que yo confiara y entendiera, era justo lo que yo necesitaba.
¿Cómo no voy a amar mi profesión?
¿Cómo no me voy a apasionar por esta vocación que tuve la suerte de descubrir
en mi vida? ¿Cómo ignorar todas estas conexiones que me implican mucho más que un
simple trabajo que me gratifica económicamente? ¿Cómo cerrar las puertas del
instituto? ¿Cómo quitarme la posibilidad de ser rescatada yo, mariluz, en cada
encuentro?
Hoy le quitaron a mi hijo Rafa su
yeso, y no lo pude acompañar, porque hoy tuve varios pacientes y es justo
ahorita que necesito ponerme las pilas y aprovechar cuando aparece el trabajo,
pero por primera vez no me sentí culpable como otras veces, porque hoy en la
mañana que estuvimos juntos, platicamos y me contó que tenía miedo, y pudimos
hablar de muchas cosas, y le pedí a José que apenas se lo quitaran me lo
llevara y cuando me vió corrió y me abrazó y una vez más los brazos de un peque
me acogían y me salvaban.
Mi hija Sofía está aferrada con
sus olimpiadas, hoy me hizo prometerle que mañana dormiríamos juntas y eso la
tiene muy feliz.
Igual me convocaron hoy a la
primera reunión de El comité de la Asociacion
Mexicana de Diabetes Capitulo Campeche AC , al que me invitaron a participar como voluntaria, hace poco
tomamos protesta, mi prima la fundó pues le diagnosticaron diabetes juvenil a
su hijo mas pequeño y hoy mientras estaba ahí, pensé que trabajar con niños con
diabetes será una de las mejores experiencias que me tocará vivir.
En fín que fue un día agetreado y
justo por ello no puedo conciliar el sueño, mañana muchas cosas mas pasarán
estoy segura… y la realidad es que me siento muy bien, muy tranquila, muy feliz…
Y es que hay algo que siempre
decimos los psicólogos, que no debemos de sentirnos mal por pedir ayuda, pero
estoy segura que muy probablemente muchos de nosotros tampoco somos capaces de
aceptarla o mucho menos de pedirla… y yo también en ocasiones necesito ayuda… y
es justo porque puedo darla que también puedo aceptarla, sentir compasión es difícil,
pero lo más complicado es dejarte abrazar por la compasión.
Cuando tomé la decisión de
suspender el taller de Ágora, fue justo porque deseaba y anhelaba lo que muchos
de mis pacientes tenían, esa escucha incondicional, esa ayuda segura, ese
alivio pleno que se llevaban cuando salían de mi consultorio, yo también añoraba
eso, yo también lo necesitaba, y después de casi 9 meses parece ser que al fin
lo conseguí, que al fin lo logré…y me siento agradecida, me siento “humana” porque
es justo mi humanidad la que está en juego a cada instante, y porque al fin
acepté que me miraran como una persona, como esa peque que llegó hoy conmigo, y
porque en este ejercicio de abrirme al mundo, aceptando mi vulnerabilidad, la “compasión” es justo lo que me ha salvado.
Hasta mañana…
El post del DIA 12, cuenta como me he sentido ante mis pacientes y algunas de las situaciones que he vivido con ellos, sobre todo con los niños y sus papás en el taller de Agora... aquí les dejo el enlace: lo titulé FRAGILIDAD..
El post del DIA 12, cuenta como me he sentido ante mis pacientes y algunas de las situaciones que he vivido con ellos, sobre todo con los niños y sus papás en el taller de Agora... aquí les dejo el enlace: lo titulé FRAGILIDAD..
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Esta foto fue de la toma de protesta que se llevó a cabo hace unos meses. |
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Y esta soy yo cuando era niña, por que así me sentí hoy como una niña que necesita ser acompañada, rescatada y ayudada y que en el fondo mas profundo de su corazón jamás pierde la esperanza. |
2 comentarios:
eres increible, te sigo en face pero hasta ayer me di el tiempo de poner atención a tus escritos. en muchas de las cosas que dices me siento identificada y es una sensación extraña y reconfortante al mismo tiempo. no dejes de hacerlo ;-)
Hola mari, como dice el dicho " lo que siembras lo cosechas" algo asi... tu eeres muy buena persona!!! Xq lo percibo vas por la vida reconfortando gente tanto en tu profesion como en tu persona!! Y es x eso de tu recompensa.
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