
La sociedad moderna tiene un pobre concepto sobre los adultos mayores ya que los considera como personas viejas, igual a seres sin éxito, sin funciones, en decadencia, dependientes y necios y en algunos casos objetos de lástima.
La vejez es un proceso multifacético de maduración, es la creciente incapacidad del cuerpo de una persona de mantenerse por si sola y realizar las cosas que hacia antes, pese al hecho de que en todo instante hay lugar para el crecimiento. Las investigaciones señalan que se empieza a envejecer antes de los 65 años. Para fines de la cuarta década, hay declinación en la energía física, aumenta la susceptibilidad a las enfermedades e incapacidades y se va haciendo más difícil mantener la integración personal, así como la orientación en la sociedad.
Los adultos mayores enfrentan una necesidad de aceptar su vida, -la manera como han vivido- existe una lucha por lograr un sentido de integridad, de coherencia y totalidad de la vida. Los que tienen éxito en esta tarea integradora ganan un verdadero sentido del significado de sus vidas en vez de dar lugar a la desesperación sobre la incapacidad para vivirla de manera diferente.
La virtud que se desarrolla durante esta etapa es la sabiduría que incluye aceptar lo vivido sin arrepentimientos importantes sobre lo que pudo haber sido, y las personas que no consiguen aceptarlo son desesperanzadas, porque ya no ven tiempo para enmendar aquello con lo que no están de acuerdo.
Lo importante no es solo el llegar a la vejez sino como llegamos a ella.
La felicidad uno la decide con anticipación, los jóvenes debemos visualizar nuestra vida como el cimiento que será el sostén de nuestra existencia, logrando trascender, por que al llegar a la edad madura, extraeremos y proyectaremos de esta etapa lo que hayamos depositado en ella.
De ahí la importancia de todas las experiencias, valores y actitudes que recolectemos en cada una de las situaciones que vivimos a diario, pues es nuestra existencia la herencia mas grande que dejemos a nuestros hijos y a nuestros nietos; y de lo que logren extraer ellos de la nuestra y la reflejen en sus vidas podremos obtener la trascendencia y decir ampliamente que nuestra vida realmente valió la pena. - San Francisco de Campeche, Campeche.
(Publicado en el Diario de Yucatán)
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